La Unión Internacional de Transporte por Carretera (IRU en sus siglas en inglés), organización de la que forma parte la Asociación Nacional de Empresarios de Transportes en Autocares (ANETRA), emitía un nota esta semana compartiendo algunas conclusiones de su estudio Green Compact sobre el sector en Europa sobre la mejor estrategia para conseguir el objetivo comunitario de la “huella de carbono” cero en el transporte de viajeros en 2050. Su respuesta: mediante una mayor eficiencia del sistema de transporte y de sus empresas acompañada de una combinación de diferentes soluciones de combustibles con cero y bajas emisiones de carbono para que los operadores elijan la tecnología adecuada, incluidos biocombustibles, biogás y combustibles electrónicos, así como electricidad e hidrógeno, para las necesidades de transporte adecuadas.
¿Cómo puede el transporte de mercancías y viajeros por carretera llegar a cero emisiones netas? ¿Cuál es el mejor enfoque, el menos disruptivo y el más rentable para alcanzar emisiones netas cero? Son las dos preguntas a las que el estudio de IRU trata de dar respuesta. A su juicio para lograr la neutralidad de carbono para 2050, la industria y los gobiernos deben implementar dos tipos de acciones al mismo tiempo: medidas de eficiencia energética e implementar de combustibles alternativos.
Se estima que las medidas de eficiencia disponibles y probadas por sí solas representarán el 51% de las reducciones de emisiones de CO2 para 2050. En todos los tipos de transporte y tecnologías de propulsión, las ganancias en eficiencia se basan en las mejores prácticas actuales del sector, utilizando tecnologías y soluciones probadas que evitan interrumpir los servicios de transporte esenciales. Las medidas eficientes abarcan la logística, los vehículos (por ejemplo, neumáticos más avanzados, aligeramiento de los materiales) y los conductores (dotándoles de formación certificada en conducción ecológica , elaborando perfiles de habilidades y haciendo seguimiento de su eficiencia al volante).
Según IRU, el segundo nivel de acción se centra en construir una transición sólida, práctica y económica hacia combustibles alternativos. Esto requiere invertir en combustibles alternativos libres de fósiles, incluidos la electricidad, pero también el hidrógeno y los biocombustibles, así como en la infraestructura, los vehículos y las prácticas operativas públicas y privadas necesarias para utilizarlos. Debe, en definitiva, estar disponible una combinación de diferentes soluciones de combustibles con cero y bajas emisiones de carbono para que los operadores elijan la tecnología adecuada, incluidos biocombustibles, biogás y combustibles electrónicos, así como electricidad e hidrógeno.